Cooperativas de vivienda, un cambio de mentalidad: de consumidor a empresario
4 marzo 2011
En los últimos años ha habido un cambio en la tendencia del modelo con el que se construye, en aquellas zonas en las que hay movimiento e inversión inmobiliaria. Esa tendencia ha hecho que la cooperativa sea una forma cada vez más común para emprender un proyecto de viviendas.
Cuando pensamos en adquirir una vivienda en régimen de cooperativa, hay que ser consciente de algunos conceptos básicos: con el modelo tradicional el consumidor adquiere un piso, un producto con un precio cerrado, a un promotor. En cambio, en una cooperativa el promotor pasa a ser el propio cooperativista: es por ello que le conviene adoptar una mentalidad más cercana a la de un empresario que a la de un consumidor, a la que suele estar más acostumbrado.
Así que consideramos interesante dar una serie de orientaciones enfocadas a afianzar la seguridad de los cooperativistas: la existencia de un contrato de opción de compra es importante como paso previo a adquirir la parcela, pero no es por sí mismo un garante de que una cooperativa vaya a resultar exitosa. Son muchos los factores que conviene contemplar y examinar con espíritu crítico, y con más motivo puesto que se trata de un bien que supondrá en la mayoría de los casos la inversión más cuantiosa de toda una vida. Pedir a la gestora que muestre dicho contrato y sus pormenores dará una idea de cuáles son los márgenes con los que se cuenta. Por otro lado, la exigencia por parte de una gestora de garantías de solvencia a todos los socios de una cooperativa, más allá de una simple petición de una señal, hace posible que si surgen nuevas partidas imprevistas durante la obra se puedan hacer frente por todos sin mayores problemas.
En una cooperativa de viviendas, el promotor (o lo que es lo mismo, el socio, el cooperativista) es el que asume los riesgos económicos, y no la gestora. La experiencia y correcta finalización de otras promociones anteriores por parte de una gestora es otro factor que conviene tener en cuenta. Por último, analizar si los precios ofrecidos son estimaciones realistas y justificadas y desglosar los costes del suelo y si el porcentaje restante destinado a la construcción entra en unos márgenes razonables dentro de los precios de mercado es otra buena práctica.
Tener en cuenta estas consideraciones puede ayudarnos a disminuir notablemente la incertidumbre a la hora de incorporarnos a una promoción en régimen de cooperativa.
